Hace cincuenta años, el artista Ricardo Rubert Andrés [Burjassot,
1923- Granada, 2001] alzó en el enclave más emblemático de la ciudad una
falla revolucionaria: Nuevo Caballo de Troya o Cadacual y su caballo de
Troya. De manera simbólica, con el enorme y mítico équido de la Odisea
plantado en el centro de la actual plaza del Ayuntamiento, el ingenioso
creador hizo explícita en 1963 su voluntad de transformar, desde dentro, la
estética fallera y de superar localismos a la hora de abordar argumentos
proponiendo temas y tramas de repercusión universal.
Fotgrafías: Archivo Na Jordana y Manolo García
En ese sentido, la
innovación temática y formal actuó como un moderno virus troyano,
penetrando en el sistema con el propósito de alterarlo y, así,
movilizar las fuerzas que salvaguardaban y salvaguardan el orden
estético – y, por lo tanto, político – con el fin de neutralizarlas.
El
objetivo de aquella revulsiva experiencia, a pesar de la aceptación
general que tuvo aquella falla, no llegó a arraigar. Para poder expresar
libre y públicamente su capacidad creativa, el artista tuvo que luchar
contra un poder tan inevitable e ineludible como la “tradición”, y lo
hizo con la dignidad de cualquiera héroe griego, contraviniendo el
destino de lo establecido con pasión (pathos) y con orgullo o rebeldía
(hybris). Su destino fue, a su vez, tan fatídico como el del
protagonista de una tragedia clásica: el castigo y la muerte de toda una
trayectoria fallera, que no profesional.
Un decalustro
después de aquel hito, la falla Na Jordana rinde homenaje a aquel monumento y a
su autor, convirtiendo también el Caballo de Troya en el tótem que
aglutina su propuesta conjunta de falla grande e infantil “ODISSEA”,
realizada por el Grup creatiu Ítaca (que forman Ramón Pla, Joan S. Blanch, Manolo Garcia, Javier Álvarez-Salas
Salinas, Sergio Penadés, Jesús I. Catalá, Josep V. Llopis, Vicent y Pere
Borrego).
Un leitmotiv recreado con la
misma libertad y originalidad de la que el maestro hizo uso y con una
finalidad afín: transformar la fiesta actual desde dentro, con las
únicas herramientas que la comisión conoce: el esfuerzo, la implicación,
el espíritu crítico y el compromiso.
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